martes, 7 de octubre de 2008

El mito de la Seguridad.


El mito de la Seguridad.


DAVID MARTÍNEZ


Expliquemos mejor el título y a qué nos referimos con él. Es evidente que hay verdades que son mentiras y que hay mentiras que, repetidas mil veces, acaban siendo creíbles y convirtiéndose en mito. En el tema de la Seguridad, sobre todo la Pública, estamos llenos de puras falsedades, de mentiras repetidas, frases huecas, discursos atronadores que dejándolos a un lado se nos muestran vacíos y superfluos. La realidad indica que brindar mayor seguridad es, hoy por hoy, una fantasía, otro mito más.

Habría que recordar aquello que Max Weber sostenía: son los gobiernos quienes tienen el monopolio de la violencia. Pobre Weber, nunca conoció México: la violencia está hoy en manos de los ladrones y los narcos, que campan a sus anchas. Tampoco está equivocada la revista Foregin Policy, cuando sostiene que el verdadero Estado Mexicano se compone del Cartel de Juárez y del de Sinaloa, con esa penetración en el tejido social que ya nos permite hablar del síndrome de Robin Hood. Seguramente habrá muchos argumentos que expliquen el problema de forma mucho más sensata y profunda de lo que lo haremos aquí, pero es evidente que el gobierno sólo sabe hacer discursos. En la plataforma electoral del PAN en el 2006 se le daba prioridad a dos cosas: el empleo y la seguridad. No hay ni lo uno ni lo otro. El gobierno, como bien sostenía la tapa de un periódico de la capital, vive en el país del Nunca Jamás, persiguiendo a Peter Pan y cuidándose del cocodrilo. ¿Quién le cree ya al Presidente o al Secretario de Gobernación cuándo sostienen que el peso de la ley caerá sobre los autores del atentado del Grito? ¿Por qué ese silencio cómplice cuándo el padre de una víctima les pide que renuncien si no pueden con el trabajo?

No hay grandes propuestas sobre el tema. Tan sólo se agendó una reunión en la que el morbo estuvo en ver juntos al Presidente y al Jefe de Gobierno. Mientras, al día siguiente, una nueva víctima aparecía descuartizada en Ciudad Neza. Parece que todo en la lucha contra la inseguridad está por hacerse. Y como es peligroso empezar a construir la casa sin un plano, proponemos aquí algunas cuestiones derivadas de la observación, ese elemento tan citado cuando se habla de la ciencia.

1. LAS FUERZAS DE SEGURIDAD DEL ESTADO. La inseguridad pública en el país no es producto de la casualidad sino de una estructura institucional inadecuada que no se reforma, y no se adapta al México de hoy. Cada administración inventa una nueva policía para combatir el problema y resulta que los viejos policías acaban corrompiendo a los nuevos reclutas. ¿No es obvio que urge transformar a esas instituciones para acabar con la corrupción y la incompetencia? ¿Tanto headhunter que usó Fox para su gabinete y nadie ha pensado en mejorar los recursos humanos de la policía? Es más, luego de contratarlo, le otorgamos un mísero sueldo de seis mil pesos. Si pudiésemos valuar cuánto vale ponerse frente a una bala o hacer frente a una banda de maleantes, hoy por hoy, tendríamos que dar esa cifra. En su sapientísima opinión, nadie en el gobierno ha incrementado realmente el sueldo del policía o del agente. Quizá el aumento del sueldo no este relacionado con la corrupción, pero como ya se ha dicho desde tiempos remotos: una persona con hambre hace todo lo que este en sus manos para mitigarla. Y si no, que lean Los Miserables.

2. LA LEGISLACIÓN.- Sonará a albur, pero a los políticos les encanta proponer penas más severas para enfrentar la inseguridad. ¿Por qué nadie se pregunta qué diferencia harían mayores penas cuando prácticamente ningún delincuente es capturado? Con la increíble tasa de impunidad que caracteriza a este país, el castigo no hace diferencia; hay que concentrarse en la calidad de las policías y la efectividad de la Justicia. Debates como el que promueve el PVEM sobre la pena de muerte, han mostrado ser inútiles en cuánto a reducir el número de criminales. El miedo a una pena, no hará jamás que desaparezcan las causas que explican el porqué una persona se vuelve delincuente. Podrá no gustar el diagnóstico, pero es peor hacer uno falso y después aplicar remedios equivocados.

3. LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA. El CISEN es hoy una de las instituciones más grises. Y justamente, es el organismo que debería estar en el centro de la lucha contra el narco. La CIA persigue a Al Qaeda, el MI6 fundió al IRA, el CNI persigue por toda América Latina a los etarras; mientras que el MOSSAD posee la mejor estructura para combatir el crimen y proteger a cuanto judío hay en el mundo. En algunos casos, las experiencias fueron exitosas y en otras, no tanto. ¿Por qué no imitar ejemplos exitosos en lugar de inventar, una vez más, la rueda, el alfabeto o el barco de vapor? Quien decidió que su papel lo debería tener el Ejército, no fue consciente de la experiencia histórica mexicana. Si todas las fuerzas policiacas no han podido con el crimen, qué haría pensar que unas fuerzas armadas inferiores a las de Guatemala, según ese diagnóstico que le presentaron al Presidente después del 2 de julio, triunfarían en la lucha. Homero nos recuerda que quien tomó Troya no fue Aquiles, el más fuerte guerrero, sino Odiseo, el más listo y astuto. Justamente, ante un enemigo que tiene mejores armas, que posee más recursos y es más fuerte, no queda otra que la inteligencia.

4. LA COORDINACIÓN INSTITUCIONAL.- Resulta obvio que se requiere una nueva concepción institucional y legal para atender de manera profesional los problemas de inseguridad. Algunos países, como Francia, tienen sistemas de seguridad centralizados, otros, caso de España, manejan estructuras mixtas o híbridas (federal-estatal). En México, la seguridad pública es tema del gobierno local, pero las entidades federales cuentan con instancias especializadas en temas graves como el secuestro. El diseño “federalista” de la seguridad se ha traducido en darle carta abierta a los Alcaldes y Gobernadores no sólo para elegir a los responsables de la Operación de la Seguridad Pública, sino también para que el Gobierno Federal sacara las manos del diseño de las políticas, sistemas o procedimientos de Seguridad, dejando abierta la puerta a la criminalidad y la corrupción, tal cual si fuese la famosa cueva de Ali Baba. Los múltiples casos recientes demuestran que las rencillas entre instancias y niveles de gobierno impiden que se atiendan de manera coordinada los temas de seguridad.

5. LA SOLIDARIDAD CON LAS VÍCTIMAS. ¿Qué tipo de responsabilidad estamos exigiendo si a los ricos les mostramos misericordia y a los pobres desprecio? A las muertas de Juárez, por ejemplo, hay quien no las baja de prostitutas. Nadie en esta situación debe ser presa del desprecio ni de la moralina mojigata que tanto huele a sotana y a machismo. Si nos afecta a todos, todos debemos mostrar respeto y solidaridad. Todos somos víctimas potenciales, sea por nuestro dinero o por nuestro riñón.

Decía Churchill que la guerra era demasiado importante para dejársela a los generales. De igual forma, y robando la frase a Don Luis Rubio, cabría sostener que la seguridad pública es un tema demasiado importante como para dejarlo en manos de políticos, puesto que la política mexicana ha generado ese famoso fenómeno del chapulín. ¿Cómo encargarle la lucha contra la delincuencia a alguien cuya única preocupación es su siguiente puesto? Quizá lo primordial e inmediato sea pensar en esquemas que trasciendan los tiempos políticos, haciendo con ello verdaderas políticas de Estado.

Preguntas, dudas y comentarios a: d@cgalma.com

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