Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández, Antoine Saint-Exupéry y Alfonsina Storni fueron escritores a los que su muerte ha mantenido muy vivos
20.10.08 -
www.ideal.es
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FUERON escritores de éxito, pero sus muertes les convirtieron en algo más, en símbolos. Antonio Machado, con su fallecimiento en Collioure (Francia), es un testimonio permanente del exilio, del hombre ligero de equipaje; Alfonsina Storni es la imagen, un tanto romántica, de la poeta doliente que escribió sus últimos versos antes de arrojarse al mar; Miguel Hernández se transformó en un referente de represión con su muerte en el penal, enfermo y condenado; Antoine Saint-Exupéry constituye el mito del intrépido aventurero desaparecido en el mediterráneo; y García Lorca, la estampa más internacional de las desapariciones y el poeta mártir de la Guerra Civil. Todavía continúa el debate sobre si la importancia de su obra se debe a las circunstancias de su muerte. El escritor granadino Ángel Ganivet, inmerso en una profunda crisis espiritual, sin su mujer, solitario en el consulado de España en Riga, y con una profunda depresión, decide acabar con su vida arrojándose desde un barco al río Dvina, en Letonia. La escritora Virginia Woolf padeció una enfermedad conocida hoy como trastorno bipolar. Ella decidió escribir su última historia lanzándose al río inglés Ouse, y se aseguró su final al introducir piedras en sus bolsillos. Su cuerpo lo hallaron un día después de su desaparición. FEDERICO GARCÍA LORCATodo un mitoLa negra noticia corrió como un reguero de pólvora en el bando republicano y más allá de las fronteras españolas. El asesinato de Federico García Lorca y las circunstancias de su muerte todavía no han sido aclaradas en su totalidad. ¿Por qué fue detenido un poeta refugiado en casa de unos amigos falangistas como los Rosales? No se sabe a ciencia cierta. No se ha encontrado la denuncia, el papel oficial que condujo al destacado miembro de la CEDA Ramón Ruiz Alonso a detener a Federico. En los informes existentes en los archivos franquistas sólo figura su condición de masón y seguidor de Fernando de los Ríos, ministro de Justicia e Instrucción Pública y su mentor al frente de La Barraca. Tampoco se conoce la fecha exacta del asesinato, que oscila entre el día 17 y 20 de agosto de 1936, porque todo depende del testimonio de una criada de la familia, quien no aclaró del todo si fue una o más veces a llevarle comida y tabaco a Federico mientras estuvo detenido en el Gobierno Civil. Parece que permaneció poco tiempo en aquellas dependencias antes de ser trasladado a Las Colonias de Víznar, la antesala de la muerte. «Café, que le den café», fue la orden que recibió el jefe militar de la plaza, el comandante Valdés. ¿Dónde está enterrado? No se sabe con exactitud: entre las localidades de Víznar y Alfacar. Manuel Castilla, Manolo 'El Comunista' (un testigo), fue entrevistado por el investigador Agustín Penón a mediados de los años cincuenta y le indicó el lugar donde hoy se encuentra el Parque de Alfacar, junto a la Fuente de las Lágrimas. Años más tarde, Manolo le señaló el mismo punto a un joven hispanista, Ian Gibson. Penón también apuntó que el cuerpo pudo ser trasladado al paraje conocido como el Caracolar, tesis que mantiene la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Las teorías, hipótesis, leyendas y rumores sobre dónde se encuentra el cuerpo de la víctima más célebre de la Guerra Civil se han multiplicado como hongos. La iniciativa del juez Baltasar Garzón y la petición de los familiares de dos de los fusilados junto al poeta de desenterrar los restos pondrán fin a todas las especulaciones. Pero ya existe el mito del poeta víctima y sin tumba, una especie de mártir instalado en el imaginario internacional.SAINT-EXUPÉRYEl misterio del aviónLa desaparición del escritor Antoine Saint-Exupéry (1900-1944) quedó resuelta de manera sorprendente sesenta años después. Así acabó el misterio que dio a su muerte un aura de leyenda. ¿Qué le ocurrió a este escritor y aviador experimentado aquel 31 de julio de 1944? Hoy permanece la incertidumbre: ¿accidente, suicidio, un disparo enemigo...?Cuando Saint-Exupéry publicó en 1943 'El Principito', en Nueva York ya era un autor de libros famosos, testigo de la Guerra Civil española, había decidido viajar a Estados Unidos para intentar favorecer la participación norteamericana en la Segunda Guerra Mundial.La boda con Consuelo Suncin era ya un sonoro fracaso que ambos intentaban salvar. Ella es la rosa del 'Principito', bello homenaje cuando la pareja navegaba por aguas tempestuosas.En 1941, sus grandes obras, 'Vuelo de noche' (1931), 'Tierra de hombres' (1939) o 'Piloto de guerra' (1942), ya le habían afamado como un narrador épico, idealista y un héroe de su época. Sin embargo, toda su carrera de aviador estaba tocando a su fin. Saint-Exupéry lo había tenido todo. Europa estaba en ruinas, Francia ocupada, De Gaulle se perfilaba como el hombre providencial. La fama, la gloria, las ventas millonarias quizá no eran suficientes para calmar la ansiedad del héroe avejentado prematuramente.La primavera-verano de 1944, a los 44 años, la jerarquía militar considera a Saint-Exupéry demasiado viejo para pilotar aviones de combate. Gracias a su fama, su influencia y su tenacidad, Saint-Exupéry consigue una autorización muy parcial: efectuar algunas misiones de reconocimiento, desde la base militar de Borgo, en Córcega. El 31 de julio, el escritor parte solo a la que será su última misión, pilotando un Ligh-thing P-38 construido por la Lock-heed. Las ametralladoras del avión habían sido parcialmente sustituidas por cámaras de reconocimiento fotográfico. Saint-Exupéry no volvió nunca de esa misión. A las 9.30 de la mañana, los radares aliados perdieron el contacto del avión. Comenzaba un largo medio siglo de misterios. Durante los primeros años, se sospechó que el P-38 de Saint-Exupéry había sido abatido por la aviación alemana en un combate desigual: su avión iba desarmado. Durante varias décadas, todo fueron sospechas y elucubraciones. Se intuía con relativa precisión el área donde pudo desaparecer el avión de Saint-Exupéry. Hasta que, al fin, en 1998, un pescador de Marsella encontró una legendaria pulsera, un regalo de Consuelo. Hace unos cuatro años, los equipos de buceo encontraron los restos submarinos de un Lighthing P-38. Los números de serie correspondían: se había descubierto el avión del mítico escritor. El pasado mes de marzo un veterano piloto alemán declaró: «Después de seguirlo me dije: chaval, si no te largas, te acribillo. Piqué en su dirección y disparé, no contra el fuselaje sino contra las alas. Le dí. El zinc se estropeó. Derecho al agua. Se estrelló en el mar. Nadie saltó. El piloto, yo no lo vi. Me enteré unos días después que era Saint-Exupéry. He esperado, y espero todavía, que no fuera él».Se trataba de Horst Rippert, un jubilado alemán de 88 años, quien en 2004 reconocía haber derribado el avión. Caso cerrado. ALFONSINA STORNILa más cantadaTodo un mito del feminismo, de poeta independiente y de maldita. El nombre de Alfonsina Storni queda grabado en la tradición poética a través de sus obras y de su muerte. Dicen las biografías -y un zapato perdido entre las piedras, como una huella- que saltó desde una escollera. Sugiere la canción -'lo blando de la arena que lame el mar'- que el camino fue lento, pisando cada vez más profundo. El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide que haga en público «la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una maleta que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: 'Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj'.Luego escribió 'Mascarilla y trébol' y una antología poética con sus poemas preferidos. Los meses siguientes fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad: Alfonsina padece cáncer terminal.En octubre viaja a Mar del Plata. Desde allí, envía dos cartas: una a su hijo, Alejandro, y un 'Poema de despedida' al diario 'La Nación'. Hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. Aunque los biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera, la leyenda es que se internó lentamente en el mar. Por la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni».ANTONIO MACHADOLigero de equipajeAntonio Machado se murió de pena. Así lo suelen afirmar los biógrafos del poeta. El miedo, la pobreza, las interminables esperas en la frontera, el frío, el fracaso, la nostalgia y la soledad van a precipitar su prematura muerte. El cariz sombrío de los acontecimientos terminó con el agobiante periplo final por España y Francia. Además, tuvo el tremendo sinsabor de saber que su hermano Manuel, tan inseparable camarada de empresas literarias y teatrales, se había convertido en un importante valedor de esa España que le empujó al exilio. La irremediable pérdida de Guiomar, su gran amor otoñal, cuyo recuerdo le acompañará durante todo el exilio interior y exterior, hasta las mismas puertas de la muerte. Todos estos sucesos agotarán moralmente al poeta y acortarán una vida que no alcanzó los 65 años.A todo esto se sumarán las muchas dolencias de Antonio Machado. El poeta padeció y murió de una enfermedad pulmonar crónica, derivada en gran parte de su inveterado hábito de fumar. Tal enfermedad menoscabó de forma definitiva su resistencia ante las adversidades y añadió un suplemento de dolor a sus últimos años.Machado estuvo muy enfermo y los testimonios de sus acompañantes en el exilio hablaban de su disnea y de que padecía «asma» desde hacía varios años. De hecho, la enfermedad final fue atribuida por José Machado a un «enfriamiento» adquirido mientras hacían largas colas y dormían en un vagón abandonado en la estación de Cerbère. Esto acaecía un mes antes de llegar a Collioure. Allí, Machado, muy debilitado, salió poco del pequeño hotel donde se alojaba. Sólo unos pocos paseos para contemplar el cercano mar del pintoresco pueblecito, celebrado antaño por los pinceles fauvistas de Matisse y Derain. Atendido por su cuñada Matea y su hermano José, Antonio murió junto al lecho de su anciana madre de 85 años. Un médico francés, el Dr. Cazaben, le administró algunas medicinas, probablemente algún balsámico, yoduro potásico como expectorante o belladona, que eran los escasos bagajes terapéuticos entonces disponibles. Sin embargo, el médico comunicó a sus familiares que Antonio estaba desahuciado. Efectivamente, una nueva neumonía o bronquitis, que se complica con una gastroenteritis, produjo el decisivo y fatal empeoramiento. Durante cuatro interminables días Machado estuvo disneico, inquieto, delirando y con gran opresión en el corazón. En su desorientación agradeció reiteradamente las atenciones que se le dispensan. Dos días antes de su muerte, durante una leve mejoría, dictó una carta a un amigo, al fin de la que estampa una temblorosa firma. Muy poco después pronunciaría sus últimas palabras inteligibles -«Adiós, madre»-, entra en coma y muere a las tres y media de la tarde del 22 de febrero de 1939. Era Miércoles de Ceniza. Su madre, que había dado claros signos de enajenamiento mental y permanecido en estado semicomatoso durante la agonía del poeta, parece darse cuenta, en un último momento de lucidez, de la muerte de Antonio. Tres días después seguirá a su muy querido hijo y será enterrada en la misma tumba.Durante su huida de España, en la frontera con Francia, había desaparecido la maleta en que llevaba sus pobres pertenencias con los más caros recuerdos. Ya, pues, ligero de equipaje y mirando al mar, podía ser dado su cuerpo a la desnuda tierra.MIGUEL HERNÁNDEZPreso y enfermoLa muerte de Miguel Hernández es una tragedia, que puede ser equiparada al asesinato de Federico García Lorca en lo que a dramatismo y creación de un poeta-mártir se refiere. En abril, el general Franco Bahamonde declaró concluida la guerra. Se había terminado de imprimir en Valencia 'El hombre acecha', versos comprometidos de Hernández. Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista, presidida por el filólogo Joaquín de Entrambasaguas, ordenó la destrucción completa de la edición. Sin embargo, dos ejemplares que se salvaron permitieron reeditar el libro en 1981. Su amigo Cossío se ofreció a acogerlo en Tudanca, pero el poeta decidió volver a Orihuela, donde corría mucho riesgo, por lo que decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Huelva. La policía del dictador portugués Salazar entregó al poeta a la Guardia Civil. Desde la cárcel de Sevilla lo trasladaron al penal de Torrijos (Madrid), de donde, gracias a las gestiones que realizó Pablo Neruda ante un cardenal, salió en libertad inesperadamente, sin ser procesado, en septiembre de 1939. Vuelto a Orihuela, fue delatado y detenido. Ya en la prisión de la plaza del Conde de Toreno Madrid, fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940. Cossío y otros intelectuales amigos intercedieron entonces por él, conmutándosele la pena de muerte por la de treinta años. Pasó a la prisión de Palencia en septiembre de 1940 y en noviembre, al Penal de Ocaña (Toledo). En 1941, fue trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, donde enfermó. Padeció primero bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis. Falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5.32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo treinta y un años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema. Fue enterrado en el nicho número mil nueve del cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, el 30 de marzo.

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