lunes, 20 de octubre de 2008

Actualidad socrática


Actualidad socrática

DAVID MARTÍNEZ

Socio del Centro de Investigación de Asuntos Políticos GALMA.


Sócrates tenía razón: todavía hay muchas cosas que no sabemos. No sabemos, por ejemplo, si la incalculable cantidad de dinero que los gobiernos han metido en el sistema financiero dará resultados. Si la calma que ha recuperado esta semana el sube y baja del dólar se consolidará o si llegaran de nuevo los bárbaros con su disfraz de especuladores. Si nos estamos perdiendo en una recesión más grave que la de 1929. Si hemos estado al borde del abismo y hemos dado un paso adelante, como sostuvo en otra crisis Miguel de la Madrid. Habría que hacer un paréntesis y añadir a este escenario otras ignorancias: no sabemos cómo combatir al narco; pues no hemos dado respuesta a esa incomoda pregunta: qué ocurre cuando los recursos de la democracia no parecen suficientes.

Volvamos a las finanzas, donde ya tenemos la evidencia de que aquellos que sostenían la supremacía del marcado sobre todo lo demás estaban equivocados, pero no encontramos exactamente dónde se han equivocado, dónde está la línea entre la regulación y la libertad de mercado. Por no saber estas cuestiones, toda la ingeniería – cabría decir fontanería, por ser aquello que no se ve pero que está ahí y hace que todo funcione – que nos ha costado años construir, esta a punto del derrumbe. Ya no sabemos cómo se debe gobernar el país, pues hemos olvidado la búsqueda de la verdad y la justicia.

Debemos empezar a esforzarnos para tener claro que todo tiene consecuencias y nada es de a gratis. Y no solo para los banqueros ni para los especuladores: la crisis es global y ya nos está afectando. Pero en toda esta maraña e incertidumbre hay un faro, una pequeñísima luz que nos puede ayudar a saber cómo proteger nuestro patrimonio: la libertad de información. En efecto, en ningún otro hundimiento hubo tal porcentaje de información al minuto. Es posible que eso alimentase el factor del miedo, sí, pero también lo es que al final seremos más exigentes a la hora de pedir soluciones a la realidad de nuestro tiempo. Porque como decía Pepa Bueno, tenemos ya la certeza de que antes, con nuestras hipotecas y nuestras tarjetas de crédito, hemos hecho ricos a los mismos a los que se auxilia, ahora, con nuestros impuestos.

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